Los estudios del trabajo informal en Colombia: Problemáticas y retos

Sandra Milena Rodríguez Ramírez*

 

mn

 

Studies of informal work in Colombia:

Issues and Challenges

 

Resumen

 

El trabajo, como elemento constitutivo de las sociedades desde su génesis, ha sido objeto de estudio de disciplinas como la sociología, la política y la economía, que preocupadas por analizar las dinámicas sociales, encontraron que la relación entre producción y trabajo es constitutiva y definitoria de los procesos humanos a través del tiempo. Dar cuenta del mundo del trabajo sigue siendo central para comprender la sociedad contemporánea. De esta forma, el presente ensayo tiene como fin realizar un breve panorama de lo que ha consistido el estudio del trabajo para dar cuenta de los elementos de su configuración, para llegar a situarse sobre las dinámicas de informalidad que emergen en sociedades como la colombiana, apartándose de las lógicas formales de las teorías clásicas, que habían precedido la conceptualización de la producción técnica y social del trabajo.

 

Palabras clave: Sociología; Economía; Estudios del trabajo; Capitalismo, Informalidad; Organización social.

 

Abstract

 

The work, as a constitutive element of societies from its genesis, has been case of study in disciplines like sociology, politics and economics, that worries, to analyze social dynamics, found that the relation between production and work is constitutive and defining in human processes through time. Take into account the world of work remains central to understand the contemporary society. In this way, this essay points to realize a brief view about what the study of work has constituted to know the elements of its setting, to get involved in the dynamics of informality that emerge in societies like the Colombian, being apart from logical and formal classical theories, that has preceded the conceptualization of technical and social production of work.

 

Keywords: Sociology, Economy, Work Studies, Capitalism, Informality, Social Organization.

 

Fecha de presentación: 12 de noviembre de 2013. Revisión: 25 de noviembre de 2013. Fecha de aceptación: 30 de noviembre de 2013.

 

ef

 

I. El trabajo como concepto sociológico

 

El trabajo ha sido un elemento central en la tradición disciplinar sociológica y económica hasta el punto que el debate en torno a su entendimiento ha estructurado perspectivas teóricas. Desde la obra de autores clásicos, se inicia la consolidación de tradiciones académicas que buscaban el entendimiento de las constantes transformaciones de los modelos productivos y sociales en las diferentes etapas de acumulación económica. Esto se debe a que, a pesar de las crisis de cada época, el trabajo ha sido casi unánimemente el eje de desarrollo humano por medio del cual se puede acceder a bienes y servicios que aseguren la subsistencia y el disfrute.

Así, el trabajo como eje no ha trasmutado, lo que ha sucedido es que la forma que tenía hasta los años 1970, ha sufrido cambios importantes. Lo principal, y de ahí la ilusión que había llegado a su fin, es que se ha descentralizado el espacio del trabajo. La fábrica no es ya el lugar por excelencia donde se realiza el trabajo, se ha “devuelto” a la casa, ha salido a la calle, se ejecuta a través de la tecnología que rompe y modifica las barreras espaciales.

Los estudios sobre el trabajo, como actividad propia del hombre, en las distintas sociedades, han sido de vital importancia para reconocer la organización social y los componentes que estructuran y conforman el entramado social. Sin embargo, en espacios como el latinoamericano, estos estudios han quedado estancados sobre proposiciones impuestas desde las escuelas europeas del conocimiento. Partiendo de la importancia que tiene para nuestras sociedades, el estudio sobre cómo se organiza el trabajo, sus políticas y las vertientes de estratificación y desempeño, recorreremos los impulsos que se han llevado a cabo, para revertir la imposición teórica y generar elementos propios de sociedades particulares y en construcción.

El trabajo, desde su concepción clásica, ha sido calificado como el elemento central de la organización social, y era entonces considerado como una capacidad innata del ser humano, de necesario desarrollo para el sostenimiento de grupos humanos, tal como se revela en la reproducción de los medios materiales de vida en la obra de Karl Marx.

 

El trabajo es, en primer término, un proceso entre la naturaleza y el hombre, proceso en que éste realiza, regula y controla mediante su propia acción su intercambio de materias con la naturaleza. En este proceso, el hombre se enfrenta como un poder natural con la materia de la naturaleza. Pone en acción las fuerzas naturales que forman su corporeidad, los brazos y las piernas, la cabeza y la mano, para de ese modo asimilarse, bajo una forma útil para su propia vida, las materias que la naturaleza le brinda. Y a la par que de ese modo actúa sobra la naturaleza exterior a él y la transforma, transforma su propia naturaleza, desarrollando las potencias que dormitan en él y sometiendo el juego de su fuerzas a su propia disciplina1.

 

Los procesos epistemológicos que acompañaban los cambios en las sociedades, llevaban al surgimiento de las categorías sociológicas que trataban de entender el trabajo y sus connotaciones dentro de las especificidades de cada sociedad. Dentro de estas corrientes, autores clásicos como Karl Marx o Max Weber, precedieron los estudios sobre el trabajo, que fueron reevaluados en corrientes empiristas relacionadas fuertemente con la disciplina económica. Esto se debía a que los estudios sobre el trabajo, estaban encaminados sobre la relación capital-trabajo, como fundamento base de la composición laboral de las distintas sociedades contemporáneas. En consecuencia, los regímenes de acumulación permitían entender y analizar las formas en las que se estructuraban las relaciones laborales, dejando de lado factores sociales y culturales de este tipo de construcciones relacionales; por tanto resulta pertinente hacer alusión a lo expresado por Guy E. Debord:

 

Toda la vida de las sociedades en las que dominan las condiciones modernas de producción se presenta como una inmensa acumulación de espectáculos2.

 

Partiendo de los procesos globalizatorios que enfrenta el mundo en épocas contemporáneas, con una adaptación a la tecnología como elemento determinante, se centran los nuevos procesos de producción como restructuraciones generadas a través de procesos de crisis y de caos de los modelos antecesores. Los modelos de acumulación se transformaron debido a los cambios económicos y sociales que se produjeron, y terminaron en una nueva forma de apropiación de los medios de producción, nuevas relaciones asalariales, y nuevas formas de organización del trabajo, incidiendo a su vez la relación empresario-obrero. Los juegos definitorios entre las decisiones políticas y los sectores sociales, definió las nuevas relaciones entre capital y trabajo, siendo elementos correlativos, y permitiendo la configuración de una nueva sociedad asalariada (en crisis) desde la teoría económica y las políticas neoliberales, que tendían a la tercerización3 de empresas y a la flexibilización del empleo y del trabajo, respondiendo a las nuevas necesidades y métodos para la acumulación. A través de estos cambios, sobre las bases estructurales de las conformaciones sociales, el capital relocaliza las formas de trabajo, poniendo el locus sobre la apropiación de conocimiento, la circulación de información, dejando un poco de lado el trabajo físico, que deja de tener elevadas remuneraciones. En consecuencia, las tecnologías de la información que manejan y acceden al mundo, permiten descentralizar el conocimiento y poner a disposición la información, sin que implique que todos puedan acceder a éste. Estas últimas posturas epistemológicas e investigativas, denominadas los “post”4, dejaron a los estudios del trabajo bajo nuevas relaciones, ahora precedidas por la tecnología y las nuevas racionalidades.

 

Las invenciones de dispositivos tecnológicos, del advenimiento de la era postindustrial, fueron la concreción de relaciones sociales que disponen a la producción de condiciones materiales de vida y al trabajo, en nuevos órdenes sociales, donde la flexibilización, la especialización y la tecnología dejan al trabajador sin la propiedad de los medios de producción:

 

En ese sentido, valdría partir del concepto […] según el cual el nuevo momento de la acumulación tendería a la flexibilización como una de sus características principales (lo que lo llevó a acuñar el término de modelo de acumulación flexible) y considerar que esa flexibilización se expresa en un gran número de características: flexibilización de las jornadas de trabajo; flexibilización de la posibilidad de cesar y contratar fuerza de trabajo; flexibilización de los procesos de trabajo con la integración de diferentes parcelas del trabajo, otrora divididas por el fordismodo, flexibilización de los vínculos de empleo, lo que ha conllevado a un enorme crecimiento de las formas de empleo anteriormente consideradas atípicas, como el trabajo por cuenta propia, de tiempo parcial, por tiempo determinado, no registrado, en cooperativas, etc..5.

 

Los esfuerzos por construir categorías heurísticas que permitan dar cuenta de los problemas reales sobre la organización del trabajo, han conducido a las reconfiguraciones en las clasificaciones de relaciones laborales, dando cuenta de nuevas realidades y nuevos sentidos, ya contextualizados en tiempos y espacios determinados.

Todos estos procesos conceptuales encontraron realidades que no podían encuadrarse fácilmente en las relaciones de trabajo tradicionales, por lo que se necesitó construir conceptos precisos que empezaran a dar cuenta de estos procesos emergentes, especialmente desarrollados en economías duales6. Es así como nace en Latinoamérica la categoría propia del trabajo atípico y la informalidad dentro de la estructura social, precedido por los cambios y las crisis en las formas de empleo, demostrando que la situación asalarial cambió

 

… profundamente con la difusión de las formas de flexibilización del empleo, engendrando lo que Castel va a denominar crisis de la sociedad asalarial, en que “la diversidad y la discontinuidad de las formas de empleo estás en vías de reemplazar el paradigma del empleo homogéneo y estable”7.

 

El crecimiento de las dinámicas de informalidad, no se constituyen como proceso al azar, sino que por el contrario son una respuesta a los cambios de paradigma técnico económico desde la transformación estructural del cambio de régimen de acumulación, ahora determinado por la información, el conocimiento y la tecnología. La globalización eliminó las fronteras y las localizaciones de las actividades laborales, construyendo espacios mundiales de trabajo industrial, tal y como se demuestra en la conformación de maquilas, distribuidas en las periferias del sistema mundo8.

Eso nos pone frente a un primer debate conceptual que consiste en la cuestión del trabajo atípico. Para entenderlo se hace necesario considerar que el concepto fue utilizado durante mucho tiempo para designar formas de empleo que se alejaban del modelo del empleo homogéneo y estable que caracterizó a la sociedad salarial9.

 

A pesar de los esfuerzos por conceptualizar el fenómeno creciente de informalidad, la mirada de los teóricos, ha estado centrada en obtener distintas claves de los análisis, que permitan entender realmente el acontecimiento que significa la informalidad como nuevo proceso estructurante de nuevas sociedades en construcción.

Así mismo nos encontramos ante un Estado que exige ciertos estatutos para otorgar derechos, pero que en la práctica también escoge que la esfera de lo público se enfrente a él y que pierda, en esa medida, las condiciones que se daban para poseer esos mismos derechos.

Lo anterior obliga a que se defina de forma clara “lo público” (y en contraposición, “lo privado”), para lo cual es importante hacer referencia a Jürgen Habermas en su texto La esfera pública: un artículo de enciclopedia. En el referido texto se hace una revisión de lo que significa un sujeto público y cuál es la dimensión en la que un espacio público puede concretarse. En un primer momento, Habermas excluye a lo privado y a lo estatal de la esfera pública:

 

En este caso, ellos [refiriéndose a las personas que participan en discusiones públicas] no se relacionan ni como hombres de negocios o en el ejercicio de sus profesiones, cuyos asuntos particulares les motivarían a hacerlo, ni como compañeros de obligaciones estatutarias de obediencia, bajo disposiciones legales de la burocracia estatal10.

 

En esta cita, el sujeto activo de la esfera pública está desprovisto de cualquier otra actividad. Aunque tenga trabajo, no le es dado expresarse (ni ser) como un trabajador. Tampoco tiene amigos, ni obligación con el Estado. Este sujeto es un sujeto ideal que es el que se ha querido proponer desde la ilustración. Un sujeto vacío y racional, por el que puede pasar una opinión conformada estructuralmente. Es un sujeto, además, que no tiene historia personal ni biografía. Sólo existe para la esfera pública. En palabras de Giorgio Agamben “… así como fue privado de su biografía, al hombre contemporáneo se le ha expropiado de su experiencia”11.

 

II. El trabajo en Colombia: la informalidad

 

El papel que desempeña el sector informal en el proceso de desarrollo, en general, y en el mercado del trabajo, en particular, es muy importante en diversos sentidos. Es ahí donde durante las últimas dos décadas en América Latina se ha generado la mayor parte de los nuevos empleos, en circunstancias en que la gran empresa sufrió el impacto de la crisis de los años ochenta y sólo en los noventa tuvo una recuperación parcial de su capacidad para generar ocupaciones, mientras disminuyó el tamaño y número de puestos de trabajo en el sector público, como una de las consecuencias del ajuste estructural. Pero es también ahí donde se concentran los problemas de mala calidad del empleo, reducida productividad y bajos salarios. Además, se congrega en este ámbito una alta proporción de los grupos más vulnerables de la sociedad, en especial de jóvenes y mujeres de áreas urbanas situados bajo o cerca de la línea de la pobreza. A lo anterior se agrega que la representación de los intereses de los empleadores y trabajadores –cuando es posible distinguir unos de otros– de este sector es débil, lo que muchas veces se refleja en la ausencia parcial o, incluso, total de políticas públicas que apoyen a este segmento productivo. Por último, se advierte la inexistencia de un adecuado sistema de relaciones laborales12.

 

En países como Colombia, las nuevas formas de organización del trabajo han encontrado ciertas dificultades para los procesos de conceptualización, debido a la existencia de enormes diferenciaciones en el sistema productivo del país cuya composición dual permite la pervivencia en un mismo espacio de formas tradicionales de trabajo con nuevas relaciones industrializadas de producción. Adicionalmente, la coexistencia de diferentes formas de regulación sobre las relaciones laborales (incidido por los avances tecnológicos), han generado que dentro de la sociedad colombiana no exista una única forma de entender los procesos y las relaciones entre capital-producción-trabajo.

Las crisis vivenciadas de una economía dualista en Colombia, dislocaron el imaginario de un sector industrializado que jalonaría un sector atrasado. Estas propuestas estaban sustentadas sobre la creencia de un paso transitorio de la informalidad, al término del declive del sector tradicional, remplazado por la modernización. Pero la informalidad continuó su curso en Latinoamérica, y especialmente en Colombia, demostrando que su emergencia se debía a problemas estructurales fuertes, en los que los gobiernos y las economías no encontraban como subsanar e incluir a la población dentro de un empleo formal, porque no podían generarlo. Fue así que se vio la necesidad de abrir a discusión la categoría acuñada bajo el término de “informalidad”, dando cuenta de un contingente de población que continuaba anclado al sector tradicional atrasado y precario, cuya trabajo flexible no incluye la relación empleador-trabajador.

 

La primera vez que aparece la noción doble formal/informal en la literatura académica es a principios de los años setenta, como resultado de un estudio llevado a cabo en Ghana por Keith Hart. En él se introduce la noción de oportunidades de ingreso formal e informal para estudiar la ocupación en el medio urbano de dicho país, en particular entre los estratos de población de menores ingresos y “múltiples ocupaciones”. Hart hace una distinción entre lo formal y lo informal a partir de la identificación del primero con el empleo asalariado, y del segundo con el empleo por cuenta propia. Al año siguiente, la misión de la oit encargada de un estudio sobre el empleo en Kenia, estudio llevado a cabo en el marco del Programa Mundial del Empleo, adopta el concepto al tiempo que le adiciona otros atributos. La definición de actividades informales que se registra en el reporte de esta misión es la siguiente:

 

“Debemos por tanto enfatizar que las actividades informales no están confinadas al empleo en la periferia de las ciudades, a ocupaciones particulares o aún a actividades económicas. Más bien, las actividades informales son la forma de hacer cosas, caracterizada por: a) Facilidad de entrada; b) Apoyo en los recursos locales; c) Propiedad familiar de las empresas; d) Escala de operación pequeña; e) Tecnología adaptada e intensiva en fuerza de trabajo; f) Destrezas adquiridas fuera del sistema educativo formal; y g) Mercados no regulados y competitivos.

 

El sector formal se define a partir de las características opuestas a las que perfilan al informal13.

Elementos como la tercerización, la precarización, los grados de inestabilidad, la vulnerabilidad de los trabajadores, la falta de cobertura por parte de los gobiernos, la polarización de la riqueza en algunos sectores y la pauperización de otros, son elementos que vienen a jugar en la manifestación de un fuerte proceso de informalidad que no sólo puede ser atribuido como una etiqueta que constriñe a toda la población por fuera de una relación asalarial formal, que no se logra si quiera desplegar y de la que ni siquiera se tienen claras las variantes de acción que ocurren en sociedades que aún conservan relaciones de trabajo como la campesina, entre otras.

La importancia de realizar estudios sobre la organización del trabajo, radica en que con ellos se puede comprender una sociedad dinámica y orgánica, permitiendo delinear personas determinadas, identidades, con apropiaciones de la realidad de manera específica. Estos nuevos trabajadores, demuestran los nuevos retos de inclusión, sobre los que se juegan y se debaten las instituciones, teniendo que mediar entre la aceleración del capitalismo individualista y feroz, y la creciente preocupación por volver a humanizar al hombre, asegurando su supervivencia. Sin embargo, y con vital importancia, los estudios sobre la informalidad han quedado en conceptos generales, que no ahondan adecuadamente sobre un problema de carácter estructural.

 

Debido a que las actividades informales se entienden como una manera de hacer las cosas con múltiples características, el complemento de las actividades informales –es decir, las actividades formales– no está claramente definido. De acuerdo con la definición original, el “sector” puede englobar no sólo a empresas o establecimientos sino también a individuos. Asimismo, además de actividades de producción de bienes, el sector informal incluye también diversos servicios y el comercio en pequeña escala.

 

Es de esta forma que el presente ensayo busca apostarle a considerar al hombre que trabaja, desde sus condiciones propias de ser sensible, pensante y actuante, lo que daría a los estudios sobre las relaciones de trabajo una perspectiva más heurística sobre los nuevos significados del trabajo en sociedades como las latinoamericanas y permitiría de esta forma resolver los cuestionamientos de funcionalidad que la informalidad juega dentro de los actuales sistemas de acumulación capitalista. Avanzar en la construcción de categorías flexibles y específicas de cada sociedad, permitirá direccionar las políticas de acción para prever mejoramientos en las condiciones de vida de este contingente de población.

Replantear conceptos que movieron la producción intelectual y la sociedad misma, como el progreso, permitiría que los estudios laborales retomen los elementos y los temas ligados a las especificidades de cada población, considerando así a los estudios del trabajo como ramas epistémicas que deben ser trabajadas desde la sociología, integrando a las teorizaciones no sólo elementos económicos sino también recoger los cambios tecnológicos, la industrialización precaria de la región, la flexibilización del trabajo y sus relaciones con los procesos sindicalistas tan arraigados en estas poblaciones, las luchas de reivindicación social, la construcción subjetiva de las expectativas de empleo, la cultura del hombre trabajador, los estratos sociales, la consciencia y la identidad laboral, las estrategias empresariales, y la educación. Estas nociones, que se unen a través de una pretendida interdisciplinarización de las teorías sociológicas, son motor de los procesos que necesitan ser emprendidos en la búsqueda por comprender integralmente el accionar de estas sociedades diversas contemporáneas y propias.

 

III. Retos de los estudios del trabajo

 

La importancia de realizar estudios sobre estos fenómenos, desde situaciones contextuales, permite reconocer al hombre actual, configurado por elementos de una totalidad y particulares, condicionadas por el acceso a oportunidades tanto en procesos educativos como en la articulación con procesos políticos de ayuda; refleja la forma como se organiza su sociedad para reproducir lo que necesita para la subsistencia de sus individuos. La organización del trabajo en Colombia, está mostrando la forma como se delinean personas determinadas, identidades, con apropiaciones de la realidad de manera específica.

Es así como a través de los someros estudios que se han realizado en el país sobre informalidad, se afirma que el trabajo informal no parece ver su debacle, ya que este sector es funcional para la economía, logrando camuflar relaciones que no solo incluyen al trabajo y su articulación con el mercado, sino que sirven de fachada para problemáticas mucho más profundas y punzantes como la violencia, el narcotráfico, el contrabando, la corrupción de entres estatales, entre otros; así como adicionalmente, la informalidad permite la acumulación de capital sin necesidad de que éste asegure condiciones de calidad de vida para sus trabajadores (teniendo como ejemplo las empresas tabacaleras que ganan con la venta informal de cigarrillos). Adicionalmente, el necesario ahondar no sólo en la informalidad como medio de escape de la exclusión y la marginalidad, sino también reconocer que en diversas situaciones el trabajo informal se convierte en una opción de vida para quienes han visto reducidas sus oportunidades de subsistencia.

Al considerar que la informalidad se ha convertido en repetidas ocasiones en opción de vida, se lograría evaluar las condiciones laborales, aun precarias, formalizadas por las que la población prefiere estar al margen del sometimiento y la explotación y ser dueños de su tiempo y de su espacio, sin que las dificultas del día a día, del rebusque, las inclemencias no solo del clima y de la ciudad, sino también de los entes de control, sean elementos de peso para ingresar al sistema laboral formal.

 

… se considera a la informalidad como una manifestación de las relaciones entre los agentes económicos y el Estado que, según la literatura económica, desempeña una función importante en cuanto a mitigar las fallas del mercado, asegurar el suministro de bienes públicos, y mantener condiciones para la igualdad de oportunidades. De las numerosas perspectivas adoptadas para estudiar a los trabajadores informales, la más influyente se ha centrado en su exclusión de los beneficios cruciales otorgados por el Estado o de los circuitos de la economía moderna […] Sin embargo, el informe también destaca una segunda perspectiva para abordar la informalidad. Esta perspectiva, se asemeja al concepto de escape (“exit”): muchos trabajadores, empresas y familias escogen su nivel óptimo de adherencia con los mandatos y las instituciones del Estado, dependiendo del valor que asignen a los beneficios netos relacionados con la formalidad y al esfuerzo y la capacidad de fiscalización del Estado. Según esta perspectiva, los altos niveles de informalidad son una consecuencia de que un gran número de empresas y personas opten por no pertenecer a las instituciones formales, lo cual implica un cuestionamiento de la sociedad a la calidad de los servicios del Estado y a su capacidad para hacer cumplir las normas14.

Son a través de estos panoramas, donde se abren nuevos espacios para la construcción, no de teorías abarcadoras, totalizantes y reduccionistas, sino de análisis a profundidad de las realidad emergentes, que van dando cuenta de los movimientos de la economía formal y deshumanizadora, de la tecnología que remplaza al hombre, y del sometimiento del hombre por el hombre ahora en el marco del control de la información y del conocimiento.

De esta forma se hace relevante instar a que se realicen estudios empíricos, más cercanos a la realidad, que permitan reconocer las dinámicas de la informalidad desde sus particularidades técnicas y culturales, permitiendo darle una perspectiva más heurística sobre los nuevos significados de las relaciones asalariales en sociedades como la colombiana, donde una parte importante de la población se encuentra oscilando entre el trabajo informal como condición de exclusión primigenia o de opción de vida. Así, nuevas formas de tratar al trabajo y al trabajador, sin constreñirlos ni restringirlos, permitirá que los estudios laborales retomen los elementos en verdad importantes y se logre generar, de esta forma, el debate sobre las construcciones actuales no solo del trabajo, sino del sistema económico y político del que somos receptores y creadores y con el cual podremos mantener el equilibrio que permita una mejora en la calidad de vida de la población trabajadora. “Todo hombre es rico o pobre según el grado en que pueda gozar de las cosas necesarias, convenientes y gratas de la vida”15.

 

IV. Conclusion

 

Por lo expresado es viable inferir que en los países –y sobretodo en Latinoamérica– nos acostumbramos a manejar diversos programas o proyectos que tocan características aisladas de la informalidad, pero que no consolidan los mismos en una política integral para afrontar este fenómeno que cada vez es más agresivo en poblaciones como la nuestra, razón por la cual debemos procurar enlazar diferentes sectores para lograr conexión entre ellos y sobre todo aquellos que se encuentren impulsando las economías estatales, en busca de la formalización laboral que mejore la productividad y la calidad de vida individual de los trabajadores informales (seguridad social y beneficios laborales), naturalmente bajo el presupuesto de que no existe una única línea que funcione de forma genérica para diferentes países o regiones, dada la heterogeneidad que acompaña los procesos de informalidad de los mismos, por eso nuevamente reiteramos, las políticas integrales deben basarse siempre en las particularidades técnicas y culturales de cada país (zona o región).

 

Bibliografía

 

Agamben, Giorgio. Infancia e historia, Ensayo sobre la destrucción de la experiencia y origen de la historia, 2.ª ed., Silvio Mattoni (trad.), Buenos Aires, Adriana Hidalgo Editora, 2007.

 

Bauman, Zygmunt. La globalización: consecuencias humanas, México D. F., Fondo de Cultura Económica, 1998.

 

Bell, Daniel. El advenimiento de la sociedad post-industrial, Madrid, Alianza Editorial, 2006.

 

Braverman, Harry. Trabajo y capital monopolista: la degradación del trabajo en el siglo xx, México D. F., Nuestro Tiempo, 1982.

 

Castells, Manuel. La era de la información: economía, sociedad y cultura, Madrid, Alianza, 1997.

 

Castells, Manuel. IV Conferencia “Comunicación y poder”, Cátedra Globalización y Democracia, Universidad Diego Portillo, 23 de junio de 2010.

 

Debord, Guy Ernest. La sociedad del espectáculo, Archivo Situacionista Hispano, 1998.

 

Jürgen Habermas. “La esfera de lo público”, en [http://148.206.53.230/revistasuam/dialectica/include/getdoc.php?id=307&article=328&mode=pdf], p. 123, disponible en enero de 2013.

 

Leite, Marcia. “El trabajo y sus reconfiguraciones: Las nuevas condiciones de trabajo discutidas a partir de conceptos y realidades”, Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo, Segunda Época, n.º 21, 1.er Semestre de 2009.

 

Marx, Karl. El capital, Madrid, Akal, 2000.

Masuda, Yoneji. La sociedad informatizada como sociedad post-industrial, Madrid, Tecnos, 1984.

 

Perry, Guillermo E. et al. Informalidad: escape y exclusión, Resumen Ejecutivo, Washington D. C., Banco Mundial, 2007.

 

Salas, Carlos. ¿Pequeñas unidades económicas o sector informal?”, El Cotidiano, n.º 45, enero-febrero de 1992, México D. F.

 

Santos, Milton. Los espacios de la globalización, Madrid, Editorial Complutense, 1993.

 

Sassen. Saskia. ¿Perdiendo el control?, La soberanía en la era de la globalización, Barcelona, Edicions Bellaterra, 2008.

 

Smith, Adam. Investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones. capítulo V, “Del precio real y nominal de las mercancías, o de su precio en trabajo y de su precio en moneda”, México D. F., Fondo de Cultura Económica, 1958.

 

Tokman, Víctor E. De la informalidad a la modernidad, Santiago de Chile, oit, 2001.

 

Wallerstein, Immanuel. Análisis de sistemas-mundo. Una introducción, Madrid, Siglo xxi Editores, 2006.

 

Weiss, Anita; Julia Liliana Ríos y Enrique Seco. Cambio empresarial y tecnologías de información en Colombia: Nuevas formas de organización y trabajo, Bogotá, ces, Universidad Nacional, 2010.

 

Weiss, Anita (ed.). Modernización industrial: empresas y trabajadores. Estudio sociológico sobre las condiciones de trabajo en la industria colombiana y trayectorias ocupacionales de los obreros, Bogotá, Universidad Nacional, 1997.

* Administradora de empresas de la Universidad Militar Nueva Granada Especialista en Control de Gestión y Revisoria Fiscal de la Universidad Gran Colombia, Estudiante de cursos regulares de Doctorado de la Universidad de Buenos Aires, e-mail: [spalomaro@hotmail.com].

Nuevos Paradigmas de las Ciencias Sociales Latinoamericanas issn 2346-0377

vol. IV, n.º 8, julio-diciembre 2013, Sandra M. Rodríguez R. pp. 121 a 136

1 Karl Marx. El capital, Madrid, Akal, 2000.

2 Guy Ernest Debord. La sociedad del espectáculo, Archivo Situacionista Hispano, 1998, p. 1, disponible en [http://serbal.pntic.mec.es/~cmunoz11/Societe.pdf].

3 La tercerización refiere al ascenso central de los servicios como formas centrales en las economías actuales, desplazando el trabajo industrial por las nuevas tecnologías.

4 Como contexto, es necesario desarrollar que la connotación de sociedad post-industrial, ha sido la etiqueta sobrepuesta en el nuevo esquema conceptual, que permite especificar un nuevo modelo de aproximación y organización social, girando en torno al desarrollo del conocimiento teórico intelectual, como principal elemento de progreso, desarrollo y medio de producción. Más que un proceso concreto, el prefijo “post” está modificando los elementos posteriores a un industrialismo llevado a su cúspide.

Este nuevo tinte de las categorías sociales, económicas, políticas y hasta culturales, viene determinado por un devenir tecnológico primordial, en el que los avances científicos/tecnológicos construyen una nueva realidad, mediatizada por una globalidad que interconecta al hombre ahora planetario, para permitir un desplazamiento fácil del mercado y, en general, de la economía. Ahora, los procesos productivos y sus dueños no buscaban la posesión de los medios de producción, sino que su objetivo preciso es el control de la información que circula y crea una nueva realidad imperante.

Estos procesos de cambio, modificaron e incentivaron la separación entre los órdenes económicos y políticos. “Se trata de un sociedad post-industrial, en resumen, porque la relación con los instrumentos de producción no determina ya el dominio, el poder o el privilegio en la sociedad”. Daniel Bell. El advenimiento de la sociedad post-industrial, Madrid, Alianza Editorial, 2006.

5 Marcia Leite. “El trabajo y sus reconfiguraciones: Las nuevas condiciones de trabajo discutidas a partir de conceptos y realidades”, Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo, Segunda Época, n.º 21, 1.er Semestre de 2009, pp. 7 a 33.

6 Economías que mantienen estructuras tradicionales con procesos capitalistas modernos en el desarrollo de sus procesos productivos.

7 Marcia Leite. “El trabajo y sus reconfiguraciones: Las nuevas condiciones de trabajo discutidas a partir de conceptos y realidades”, Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo, Segunda Época, n.º 21, 1.er Semestre de 2009, pp. 7 a 33.

8 Concepto desarrollado por Immanuel Wallerstein, para denotar la unificación de la humanidad en un cuerpo imaginario político, social, económico y cultural, que permite interconectar los espacios mundiales para obtener una economía homogénea globalizada. Immanuel Wallerstein. Análisis de sistemas-mundo. Una introducción, Madrid, Siglo xxi Editores, 2006.

9 Idem.

10 Jürgen Habermas. “La esfera de lo público”, en [http://148.206.53.230/revistasuam/dialectica/include/getdoc.php?id=307&article=328&mode=pdf], p. 123, disponible en enero de 2013.

11 Giorgio Agamben. Infancia e historia, Ensayo sobre la destrucción de la experiencia y origen de la historia, 2.ª ed., Silvio Mattoni (trad.), Buenos Aires, Adriana Hidalgo Editora, 2007, p. 7.

12 Víctor E. Tokman. De la informalidad a la modernidad, Santiago de Chile, oit, 2001.

13 Carlos Salas.¿Pequeñas unidades económicas o sector informal?”, El Cotidiano, n.º 45, enero-febrero de 1992, México D. F.

14 Guillermo E. Perry et al. Informalidad: escape y exclusión, , Washington D. C., Banco Mundial, 2007, disponible en [http://www-wds.worldbank.org/external/default/WDSContentServer/WDSP/IB/2008/08/25/000333037_20080825002558/Rendered/PDF/400080PUB0SPAN101OFFICIAL0USE0ONLY1.pdf].

15 Adam Smith. Investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones. capítulo V, “Del precio real y nominal de las mercancías, o de su precio en trabajo y de su precio en moneda”, México D. F., Fondo de Cultura Económica, 1958.