Pensador latinoamericano destacado:

Juan Carlos Agulla*1

 

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Latin American outstanding thinker:

Juan Carlos Agulla

 

* Reseña por Andrea Laura Gastrón. Posdoctora en Estudios de Género (Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales), Doctora en Sociología (Universidad de Buenos Aires –uba–), Especialista en Sociología Jurídica (uba), Abogada y procuradora (uba). En el presente, se desempeña como Profesora en la Facultad de Derecho (uba), a nivel de grado y de doctorado. Es Secretaria de la Sociedad Argentina de Sociología Jurídica (sasju), y directora de investigación (uces). Su línea de trabajo combina la Metodología de la Investigación en derecho y ciencias sociales, y los Estudios de género, e-mail: [andreagastron@hotmail.com].

1 Imagen tomada de [http://www.derecho.uba.ar/publicaciones/lye/pub_lye_entrevista_agulla.php].

2 Juan Carlos Agulla. La promesa de la sociología, Buenos Aires, Editorial de Belgrano, 1984; 34; íd. El hombre y su sociedad. La formación de la persona sociológica, Buenos Aires, Docencia, 1991, p. 65.

3 Karl Mannheim. Ideología y utopía. Introducción a la sociología del conocimiento, 2.ª ed., México D. F., Fondo de Cultura Económica, 1993, pp. 49 y ss.

4 Juan Carlos Agulla. Tiempos de cambio. Testimonio de un sociólogo argentino, Buenos Aires, Editorial de Belgrano, 1997, p. 12.

5 Juan Carlos Agulla. Hombres de corazón de fuego. Una epopeya olvidada, Buenos Aires, Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, 2000.

6 Juan Carlos Agulla (con la colaboración de Ana E. Kunz). El profesor de derecho. Entre la vocación y la profesión, Buenos Aires, Cristal, 1990, p. 102.

Nuevos Paradigmas de las Ciencias Sociales Latinoamericanas issn 2346-0377

vol. IV, n.º 8, julio-diciembre 2013 pp. 137 a 144

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Recuerdos del futuro (o las enseñanzas de un maestro fuera de serie): Juan Carlos Agulla y sus aportes a la sociología y a la política de Hispanoamérica

 

No es algo muy frecuente, hoy en día, tener la suerte de haber conocido cercanamente a un maestro de verdad. No lo es, entre otras cosas, porque convertirse en uno requiere de ciertas condiciones que constituyen una rareza en el mundo actual: inteligencia, tesón, optimismo, tiempo y generosidad serían algunas de ellas. Pero la vida fue pródiga conmigo y me llevó a transitar mis comienzos académicos de la mano de un maestro fuera de serie, en el sentido que esta palabra se utiliza en mi país, donde es sinónimo, sobre todo, de grandeza (y de la excepción que nace de ella).

Dicen las biografías que Juan Carlos Agulla nació en Córdoba, Argentina, en 1928. Se recibió de abogado en la Universidad Nacional de Córdoba, vieja y prestigiosa universidad que fue fundada por los jesuitas hace ya 400 años y fue tres veces Doctor: en Ciencias Sociales (en la misma casa de estudios), en Derecho (por la Universidad de Madrid) y en Filosofía (en la de München).

Fue Profesor de universidades europeas y americanas, sumamente reconocidas; Profesor Emérito de la Universidad de Buenos Aires, Investigador Superior del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Miembro de Número de la Academia Nacional de Educación, de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires y Miembro Correspondiente de la Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Córdoba.

A lo largo de su prolífica vida, sus publicaciones superaron los 30 libros y más de 200 artículos para revistas científicas. Entre las líneas que componen sus obras, aparecen sus contribuciones más significativas al mundo de las ciencias sociales. Elegir algunas de ellas constituye una tarea que seguramente sabe de subjetividades propias y, por tanto, de omisiones vastas. Pero toda biografía intelectual siempre está impregnada de subjetividad, así que aquí va esta brevísima selección, en su obscena incompletitud.

Lo primero que llama la atención de quien se acerca a la obra de Agulla, es su sólida formación teórica, sobre todo porque conocía, y muy bien, a los clásicos de la sociología. Pero también, debido a su vocación filosófica (existencialista, humanista), recibida en Madrid a través del gran Xavier Zubiri. Esto le permitía pensar la realidad política hispanoamericana desde un lugar sumamente interesante, o en todo caso, nada convencional.

Su obsesión por encontrar en su obra un buen marco referencial, obsesión que supo trasmitirnos a sus discípulos, lo llevaba siempre a pensar y repensar los grandes conceptos de la sociología; así, por ejemplo, sus trabajos no eluden nociones sociológicas centrales, tales como las de estructura de dominación, estratificación social, poder, ideología, roles o estatus, cambio social, socialización, educación, etc., a las que además integraba a toda una red conceptual bajo la cual explicaba algo tan complejo e inasible como la misma realidad social latinoamericana o argentina, si fuese el caso.

Así, por ejemplo, a partir de las enseñanzas sobre todo de Max Weber, Agulla concebía la estructura de dominación de una sociedad como el ordenamiento legítimo que adquieren las diferencias y las desigualdades sociales, que se compone de tres elementos fundamentales: una estratificación social, una estructura de poder y una ideología2. El concepto de “ideología” también fue nodal en su desarrollos teóricos, para lo cual llevó adelante un gran esfuerzo intelectual, para despojarlo de la carga valorativa que su uso tuvo, sobre todo en la Latinoamérica de los años 1960 y 1970 (y que, según su opinión, perjudicó enormemente el desarrollo científico de la sociología en nuestro medio); para ello, encontró un buen punto de partida en la definición de Karl Mannheim3, que la define como la perspectiva que adopta una persona para recoger información o para ver las cosas, y que se vincula con la ubicación de la misma en un momento histórico, en un contexto social, en determinado grupo o clase.

En estos dos conceptos, se nota claramente la influencia de los autores alemanes que conoció en profundidad cuando su estadía doctoral en München (a Max Weber le dedicó la tesis que allí elaboró), pero creo no equivocarme si afirmo que, para él, este conocimiento era apenas un supuesto teórico, y no el punto de llegada, para explicar y conocer la realidad social que en verdad le importaba, que era la suya. Como bien dice en su autobiografía,

 

lo importante de esta búsqueda no fue el descubrimiento de esos contenidos, sino la toma de conciencia de que ese contenido era parte importante de mi personalidad intelectual; y allí estaba escondida, como reliquia purísima, mi inasible ideología; esa parte condicionada de nuestra personalidad y de ese fantasmal Weltanshauung [concepción del mundo] que nos define públicamente4.

 

Su preocupación por la cuestión de la identidad cultural hispanoamericana, dentro del contexto globalizado de la humanidad, también fue objeto de sus investigaciones socio-políticas. Al rescate de dos de los valores de esta identidad cultural de nuestro continente, la concepción judeo-cristiana de la vida y la integración histórica a la cultura europea, dedica un ensayo fantástico, escrito ya sobre el filo del siglo xxi5.

Es decir que en sus trabajos, en general, se observa una fuerte rigurosidad en la construcción de su marco de análisis. A partir de nociones así construidas, el autor desarrolló el primer mapa sociológico argentino, en un trabajo que conserva una profunda capacidad explicativa 30 años después de su primera edición, y que yo misma he utilizado al indagar acerca de la actuación política femenina en las regiones Andina, Pampeana, Chaqueña y Patagónica, aprovechando su trabajo teórico previo en relación con la estructura de dominación y la estratificación social, en una investigación que fue publicada varios años después.

Del mismo modo, concibió su investigación sobre los profesores de derecho, de los que sostenía la necesidad de que detenten una dedicación exclusiva a su tarea docente, a partir de una original visión de la teoría de los roles sociales (teoría que, esta vez, fue concebida partiendo de las enseñanzas de Talcott Parsons, Robert K. Merton y Pitrim Sorokin), en los que distinguía (y definía) el rol ideal, el rol teórico y el rol real.

La vastedad del conocimiento de todos estos autores, y de muchos otros, fundamentales para el desarrollo de la sociología en Occidente (tales como I. M. Auguste Comte, Claude-Henri de Rouvroy Conde de Saint Simon, Karl Marx, Émile Durkheim, Ralf G. Dahrendorf, Charles Wright Mills, Max Horkheimer, Theodor L. W. Adorno, etc.) fue plasmada en una obra monumental, La experiencia sociológica, publicada en 1994 por la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires en cuatro tomos.

No escapó a su natural curiosidad la indagación acerca de la función social que detentan los abogados en la sociedad nacional (el “Estado de derecho”), una función ciertamente privilegiada en relación con la participación política de los profesionales no legistas, y de los no profesionales. Por supuesto, era sumamente crítico respecto de esta función:

 

Todo hace pensar que la formación y/o capacitación “profesionalista” y “generalista”, muy propias de los estudios orientados por el ejercicio de las profesiones “liberales” (y entre ellas, fundamentalmente, la de la abogacía) no satisfacen las necesidades de la política actual; es decir, no desarrollan una “razón operativa” (investigativa, creativa) capaz de responder políticamente al cambiante y rápido proceso histórico de expansión de la cultura tecnológica y de desarrollo de las sociedades tecnocráticas; procesos fundamentales que provocan el accionar político y al cual le debe (necesariamente) responder la clase política6.

 

Agulla hacía gala de esta forma de pensar crítico, que para todo sociólogo, constituye una obligación ineludible, en la medida en que entendía a la sociología, al igual que Charles Wright Mills, como “conciencia crítica de la sociedad”.

Cuando lo conocí, ya era un hombre grande, que transitaba su madurez en una época muy especial del país y también de la Universidad de Buenos Aires: promediaban entonces los años 1980, años pletóricos de libertad, también de la necesidad de volver a pensar las funciones de las ciencias sociales y de los intelectuales en el castigado medio académico de una Argentina que recién estaba desperezándose luego de la larga, cruel y oscura noche de la dictadura militar. Y la primera sensación que tuve al conocerlo fue que estaba ante una persona profundamente generosa: generosa con sus conocimientos, generosa con su tiempo, generosa con su dinero (que por cierto, no le sobraba), generosa con sus libros, generosa con todos y cada uno de los jóvenes que a él nos acercábamos, con bastante avidez intelectual y, también, con algo de temor (su descollante personalidad intelectual era muy conocida entonces), temor que rápidamente se disipaba, ya que adoraba contar chistes y era sumamente divertido.

Su presencia era aliento fresco en una universidad que, por esos años, privilegiaba la dogmática a-crítica como forma de concebir al derecho y que censuraba todo intento por trascender el dogmatismo positivista en la enseñanza jurídica.

Acababa de asumir la dirección del Instituto de Investigaciones de la Facultad de Derecho de la uba, el “Instituto Gioja”, y desde allí se comprometió con la idea de aglutinar en un mismo centro, a investigadores y docentes de distintas generaciones y de diversas ramas del derecho. Gracias a él, los más jóvenes pudimos acercarnos y frecuentar a investigadores de la talla de Carlos Nino, Abelardo Levaggi o Felipe Fucito, a quienes era muy común cruzarse por los pasillos del Instituto.

Pero la presencia de Agulla trascendía claramente esos pasillos; al contrario, era en el bar, cervezas y maníes delante, donde mejor pudimos comprobar la exquisitez de sus ideas más innovadoras y la prodigalidad de una personalidad a la que tanto se extraña.

Una de sus últimas preocupaciones científicas fue el tema del futuro, un concepto clave para las ciencias humanas. Porque el futuro había cambiado, y “ya no es lo que era”. Esta misma frase, ¡vaya! también define su búsqueda: es la frase de un poeta, no la de un filósofo, no la de un científico, no la de un sociólogo. El mundo del siglo xxi se abría ante sus ojos desconocido, requería de nuevas razones y de nuevas herramientas (metodológicas, científicas, incluso epistemológicas) para ser aprehendido. Tal vez la ciencia ya no constituía el medio más idóneo para conocer este futuro, porque tal vez ya ni siquiera se trataba de conocer el futuro, sino de controlarlo: sabemos que la ciencia tuvo en el mundo partida de nacimiento, como bien se sabe, todo lo que tiene partida de nacimiento, también tiene partida de defunción… “Pero yo ya no puedo pensar ese futuro; sino que son ustedes, la nueva generación, los que tienen la obligación de pensarlo… yo ya estoy viejo, pertenezco al siglo xx”, me dijo en uno de nuestros últimos encuentros.

Dicen las biografías que Juan Carlos Agulla trascendió muy poco el siglo xxi, que falleció en Buenos Aires, un 14 de enero de 2003. Pero a decir verdad, siempre fui algo escéptica respecto de las biografías. Y espero encontrarme nuevamente a mi maestro, en cualquier futuro de éstos…

 

Bibliografía

 

Agulla, Juan Carlos. El hombre y su sociedad. La formación de la persona sociológica, Buenos Aires, Docencia, 1991.

 

Agulla, Juan Carlos (con la colaboración de Ana E. Kunz). El profesor de derecho. Entre la vocación y la profesión, Buenos Aires, Cristal, 1990.

 

Agulla, Juan Carlos Hombres de corazón de fuego. Una epopeya olvidada, Buenos Aires, Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, 2000.

 

Agulla, Juan Carlos. La promesa de la sociología, Buenos Aires, Editorial de Belgrano, 1984.

 

Agulla, Juan Carlos. Tiempos de cambio. Testimonio de un sociólogo argentino, Buenos Aires, Editorial de Belgrano, 1997.

 

Mannheim, Karl. Ideología y utopía. Introducción a la sociología del conocimiento, 2.ª ed., México D. F., Fondo de Cultura Económica, 1993.

 

Otros textos del autor

 

Agulla, Juan Carlos. Estudios sobre la sociedad argentina, Buenos Aires, Editorial de Belgrano, 1984.

 

Agulla, Juan Carlos. La experiencia sociológica (obra en cuatro tomos), Buenos Aires, Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, 1994.

 

Agulla, Juan Carlos. Reflexiones sobre un nuevo orden científico (a propósito de un trabajo de Ilya Prigogine), Buenos Aires, Separata de Anales de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, 1994.

Agulla, Juan Carlos. Teoría sociológica. Sistematización histórica, Buenos Aires, Depalma, 1997.

 

Agulla, Juan Carlos. Una nueva educación para una sociedad posible, Buenos Aires, Academia Nacional de Educación, 1995.

 

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